María Stma. de la Esperanza
La Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza aún no se encuentra entre nosotros físicamente,
por lo que aún no procesiona bajo palio tras la Imagen de Ntro. Padre Jesús de la Misericordia,
como hará en un futuro que esperamos que no sea muy lejano.
La Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza aún no se encuentra entre nosotros físicamente, por lo que aún no procesiona bajo palio tras la Imagen de Ntro. Padre Jesús de la Misericordia, como hará en un futuro que esperamos que no sea muy lejano. Sin embargo, podemos hacer una aproximación a su advocación mariana, la cual está asociada con el Adviento o la espera de la Natividad de Cristo, además de con la virtud teologal de la esperanza.
En el año 656 se celebraba el celebre Concilio X de Toledo y allí trataron con toda solemnidad los Padres esta cuestión. Toman parte en este asunto tres grandes santos: san Eugenio, san Fructuoso de Braga y san Ildefonso. Este Concilio dictaminó un decreto por el que se establecía que para dar mayor solemnidad a esta fiesta mariana de la Maternidad Divina, se celebraría el día octavo antes de la Navidad del Señor y se tendría dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su Santísima Madre. Esperanza, pues presenta a María en estado avanzado del embarazo obrado por el Espíritu Santo, y porque el Adviento es tiempo de “esperanza” en el Mesías que ha de venir a salvar a la humanidad.
Una de las señas de identidad más claras dentro de la advocación de la Esperanza es, sin lugar a dudas, la presencia del ancla. El ancla, a causa de su gran importancia en la navegación, fue especialmente considerada desde la antigüedad como un símbolo de seguridad. Los cristianos, por esta razón, al adoptar el ancla como un símbolo de esperanza en una existencia futura, simplemente dieron una nueva y superior significado a un emblema que les era familiar. En la doctrina cristiana, la virtud de la esperanza ocupa un lugar de gran importancia, Cristo es la esperanza que nunca falla para aquellos que creen en Él.
San Pedro, San Pablo y algunos otros de los primeros Padres lo expresaron en este sentido, pero es en la Epístola a los Hebreos donde se conecta por primera vez, la idea de esperanza con el símbolo del ancla. Las Escrituras dicen que tenemos la “Esperanza” colocada delante de nosotros, “como un ancla del alma, firme y segura” (Hebreos 6,19-20). La esperanza de la que se habla aquí, no se relaciona a lo terrenal si no a cosas celestiales, y el ancla como símbolo cristiano, consecuentemente, se refiere solamente a la esperanza de la salvación, ubicándose entre los símbolos cristianos más antiguos.